Trata de Blancas en Chile

Written by Nati on jueves, 29 de octubre de 2009 at 18:56

Todos los años un puñado de chilenas sale del país con destino a España y Asia. El motivo: ejercer la prostitución en un mercado en que las latinas son apetecibles al gusto de europeos y orientales.

Pero nuestro país no sólo es punto de partida de este inusual tráfico, sino también, la puerta de entrada de portorriqueñas, panameñas y colombianas, algunas sólo en tránsito antes de embarcarse rumbo a otros países, y otras para formar parte de un grupo de selectas damas de compañía o garzonas en exclusivos centros nocturnos de la zona oriente de la capital. Ya sea de forma voluntaria, inducidas o engañadas, estas mujeres dejan sus países de origen en busca de una tierra prometida que jamás encuentran.

Todas ellas tienen algo en común: forman parte de la trata de blancas, un delito que pese a los pocos registros existentes ha hecho de nuestro país un lugar de origen, destino y tránsito de este flagelo.
La fundación Instituto de la Mujer y la Corporación La Morada realizaron conjuntamente un primer estudio diagnóstico “Sobre el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual en Chile”, en el que participaron la socióloga María Eugenia Ruiz-Tagle y la abogada Patsilí Toledo.


De acuerdo a los antecedentes que ellas pudieron recopilar, las mujeres chilenas son traficadas a países de Europa Occidental, Asia y Norteamérica. A su vez, mujeres principalmente de Centroamérica llegan a Chile para trabajar en el sector oriente de la capital como prostitutas. Todas ellas viven juntas, como “cautivas, tienen permiso para salir hasta las 5 ó 6 de la tarde y posteriormente se las llevan al local... y las andan trayendo como corderito para todos lados”, señala el texto.

Según la socióloga María Eugenia Ruiz-Tagle, al menos un 50% del total de mujeres que trabaja en los locales nocturnos son extranjeras. Otras mujeres, en su mayoría centroamericanas también pasan por Chile antes de partir a países como Estados Unidos y Canadá.

La investigación también da cuenta de un tráfico interno que no está penalizado. Es así como mujeres extranjeras llegan a la capital, son trasladadas a Punta Arenas por ejemplo, donde son obligadas a prostituirse para pagar la deuda que adquirieron con el traficante por su transporte.

Lo más frecuente en la región es el reclutamiento por engaño, es decir, mujeres captadas con la promesa de una oferta de trabajo en el extranjero. Muchas son trasladadas con documentos falsos que los mismos traficantes facilitan bajo el pretexto de agilizar los trámites.
Este tema no es considerado como tema a la hora de hablar de los problemas país siquiera es considerado prioritario en la agenda política
No existen cifras para determinar la magnitud del problema, ni siquiera un sistema de registro confiable. Los números que se puedan conseguir en las policías y en los tribunales no son coherentes entre sí. Tampoco las cifras que señalan las personas extranjeras que son deportadas desde Chile ni los chilenos deportados desde otros países; menos existe un desgloce por género.

A lo anterior hay que sumar que este tipo de delitos es de difícil denuncia. Primero por la vergüenza que sienten estas mujeres que en la mayoría de los casos no habían ejercido la prostitución en sus países de origen y en segundo lugar, por la vulnerabilidad en la que se encuentran al estar en un país que no conocen, en el que no siempre conocen el idioma, menos la legislación y el que además están con documentos falsos o vencidos.
Según datos de la Conferencia Episcopal Española, el 70% de las mujeres víctimas de tráfico son latinoamericanas y un importante número de ellas serían chilenas.

La jefa de Brigada de Delitos Sexuales de la Policía de Investigaciones de Chile, comisario Sol Castillo, reconoció que son muchas las mujeres que se van a España a ejercer el comercio sexual y lo hacen porque no tienen el problema del idioma.

De acuerdo a su experiencia la mayoría de las veces son contactadas por una mujer que practicó el comercio sexual y que volvió al país con una supuesta “buena” experiencia.

En la Policía de Investigaciones (PICH) existen casos aislados porque a las víctimas les cuesta denunciar y entregar antecedentes por cuanto se encuentran atemorizados por las verdaderas mafias que se esconden tras este delito.
Uno de los casos por trata de blancas que más revuelo ha causado ha sido el de Anita Alvarado, más conocida como la ‘geisha chilena’. Es uno de los pocos casos por trata de blanca que se ha judicializado, según la abogada Patsilí Toledo que lleva la denuncia contra la geisha y que realizó el estudio en Chile.


Reportaje Canal 13

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